Mis pies rozan el final del somier, ese pequeño abismo que hace que mis pies encalcetinados se asomen. Las mantas no calientan y las sábanas no protegen.
Es una cama vacía aún estando yo en ella. Quizás la pesadilla real en la que vivo no me deje dormir
Soñar despierta, te aseguro que no es agradable.
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